La noticia es que Zubiri no ganó
FERRAN Monegal
Ha concluido la actual edición de ¡Mira quién baila! (TVE-1) y, contra todo pronóstico, no
ha ganado Serafín Zubiri sino Nani Gaitán. Lo celebramos.
Si hubiera ganado Serafín seguro que alguien se hubiera alzado diciendo que le habían
dado el premio porque es invidente; o sea, por caridad. ¡Ah! En este país somos así de delicados.
La verdad es que Zubiri ha sido el ingrediente más simpático de esta edición, tan descafeinada por otra parte. Suponemos que su perro Xifo también se habrá alegrado.
Cada semana le hacían salir, en plan pintoresco, y el can solía tumbarse enseguida sobre el duro linóleo del plató, mientras Igartiburu hacia la espuma habitual con los invitados y el jurado. O sea, Xifo, que es listo, pasaba. Sabio perro, es incuestionable.
Al concluir el programa, nos comunicaron que van a volver por Nochebuena.Hombre, según a qué bailarín o bailarina resuciten de anteriores ediciones, puede resultar una tremenda amenaza.
FLOTATS CABALGA –. Con motivo de su interesante dramaturgia sobre Stalin, el gran Flotats ha estado con Mònica Terribas (La nit al dia, TV-3). ¡Ah! Se puso a arrear, en efecto, como un verdadero Stalin. Por ejemplo, sobre la situación actual del teatro en Catalunya, lanzó la siguiente
andanada: «El cáncer de este oficio es el monopolio de una empresa privada que está acaparando
casi todo el teatro que se haceen nuestro país».
«¿Se refiere a la empresa Focus?», señaló Mònica.
Y el actor contestó: «Yo no he dado el nombre», y esbozó entonces una maquiavélica sonrisa. O sea, que estaba claro de qué empresa hablaba.
Y remató: «Ha llegado esta empresa y a los actores les ha dicho: o aceptáis tanto o no volvéis a trabajar en Catalunya».
Hombre, si esto es así y nadie lo desmiente, estamos ante un caso de monopolio prepotente y grave, sí señor.
También se refirió al teatro público, y siguió arreando. Dijo: «A mí ya me cortaron la cabeza
una vez y no quisiera que me la cortasen de nuevo. Pero le diré una cosa: los que hacen el teatro público son los mismos que están haciendo los culebrots. Es decir, que seguimos con los monopolios».
Y concluyó con esta advertencia sobre Barcelona: «Ciudad llena de turistas,
pero con teatro de poca calidad».
¡Ah! Ni Stalin lo hubiera mejorado.
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