Empresarios e intelectuales, en la calle
«Monsieur Nicolas Sarkozy, Président de la République, prie Monsieur ... de bien vouloir venir à la réception qu´il offrira en l´honneur de Son Excellence Monsieur José Luis Rodríguez Zapatero, Président du Gouvernement du Royaume d´Espagne...»
Como ya es habitual, en paralelo a la cumbre hispano francesa se ha celebrado un Foro España-Francia en el que participa una treintena de empresarios e intelectuales de ambos países. Todos ellos estaban convocados por el presidente de la República con invitaciones personales realizadas por maestros calígrafos. «La grandeur». A las 13,05, diez minutos antes de la hora fijada, el autobús con los participantes llega a la puerta del Elíseo.
El protocolo de palacio da instrucciones para que los invitados del presidente no desciendan de su medio de transporte. Abordo empresarios españoles como Luis del Rivero, presidente de Sacyr-Vallehermoso, Jordi Mercader, presidente de Aguas de Barcelona, Guillermo de la Dehesa, presidente de Aviva y consejero del Santander, artistas españoles como el músico Jordi Savall o el actor Josep María Flotats, intelectuales franceses como el premio Nobel de física Claude Cohen-Tannoudji o el historiador Bartolomé Bennassar, o políticos como los ex ministros Alain Lamassoure o Claudie Haigneré. Pasan los minutos.
No debe de haber un salón en todo el Elíseo para que los invitados del presidente esperen a que éste termine de despachar. Hay que aguardar en la calle. Al fin, 25 minutos más tarde, un enviado de las alturas informa que la agenda del presidente marcha con retraso y que los invitados pueden marcharse por donde vinieron. Ni el presidente ni ninguno de sus ayudantes los recibirá. Ni siquiera el maestro calígrafo que tanto y tan bien había trabajado.
El protocolo de palacio da instrucciones para que los invitados del presidente no desciendan de su medio de transporte. Abordo empresarios españoles como Luis del Rivero, presidente de Sacyr-Vallehermoso, Jordi Mercader, presidente de Aguas de Barcelona, Guillermo de la Dehesa, presidente de Aviva y consejero del Santander, artistas españoles como el músico Jordi Savall o el actor Josep María Flotats, intelectuales franceses como el premio Nobel de física Claude Cohen-Tannoudji o el historiador Bartolomé Bennassar, o políticos como los ex ministros Alain Lamassoure o Claudie Haigneré. Pasan los minutos.
No debe de haber un salón en todo el Elíseo para que los invitados del presidente esperen a que éste termine de despachar. Hay que aguardar en la calle. Al fin, 25 minutos más tarde, un enviado de las alturas informa que la agenda del presidente marcha con retraso y que los invitados pueden marcharse por donde vinieron. Ni el presidente ni ninguno de sus ayudantes los recibirá. Ni siquiera el maestro calígrafo que tanto y tan bien había trabajado.
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