El actor arriesgó en ‘La cena’ al proponer dos horas de diálogo desnudo y ahora vuelve a la carga
'El encuentro de Descartes con Pascal' Vitoria, Bilbao y Logroño
A Josep-Maria Flotats le gustó ‘La cena’. Tanto el contenido como la forma de aquel texto de Jean Claude Brisville se ajustaban a su manera de entender el teatro. Por eso ha cogido otra pieza del mismo dramaturgo para su última entrega. ‘El encuentro de Descartes con Pascal joven’, se llama. Que nadie se asuste: teatro de texto, asequible, dobles sentidos, ironía, reflejo de una época de la que se pueden aprovechar muchas cosas para la nuestra. Todo un trabajo de adaptación que Flotats, un Descartes mayor que tiene como bandera la razón y alucina con las creencias del joven Pascal, transmite con pasión.
-Otra vez Brisville. ¿Por qué?
-Tiene un gran talento. Sus historias enganchan en el contenido y en la forma, es literatura apasionante, quieres saber qué pasará después. Crea suspense y sorpresa. Y es accesible a todos porque tiene tantas lecturas como espectadores. Los personajes y las réplicas son brillantísimos.
-¿En qué momento se encuentran estos dos genios?
-Descartes está al final de su vida y Pascal es ya un joven genio que descubrió con 16 años lo que sería el antecesor de nuestros ordenadores. Entre ellos hay diferencias generacionales, de edad, de caracteres, de conceptos de la existencia… En todo. Ven el mundo y la vida de forma opuesta. Pero son hombres de bien, sinceros, honestos, que debaten. No es un enfrentamiento, y esa es la lección: son diferentes pero dialogan.
-Pues está de actualidad, entonces.
-Eso es lo que me fascina del autor. Este encuentro trascurre es un hecho histórico ocurrido en 1647 en un convento y, a pesar de la distancia, Brisville le da una abrumadora actualidad. También ocurría en ‘La cena’, donde dos grandes cínicos se dedicaban a negociar. Era una crítica feroz de un humor corrosivo. Estaba dos pisos por debajo de ‘El encuentro’, que sólo se leía en clave política.
-¿Y esta?
-La de Descartes, un Galileo adelantado a su época, un científico que no podía pensar libremente y que luchaba contra los intereses superiores, que entonces eran religiosos. Pascal, sin embargo, está en plena crisis mística, cree que no puede investigar porque debe pensar más en la salvación de su alma, en el más allá. Es víctima de su educación; Descartes, de su tiempo, porque la razón estaba castrada. ¿Dónde habría llegado la Humanidad si no hubiera sido así? Más lejos, mejor, antes.
-¿Qué tienen en común?
-Son dos grandes sabios con sus convicciones. Dos grandes humanistas. Ellos son la luz en un mundo oscuro.
-¿Los hay hoy?
-Si los hay no tienen la palabra. No se les promociona, no se les oye.
Una buen socio
Junto a Flotats, un joven al que el director tenía ganas de pillar para un mano a mano. Con Albert Triola trabajó en la ‘Orestiada’. «Es magnífico», dice. El año pasado estuvo con Gerardo Vera en el papel de Edgar, del ‘Rey Lear’. Flotats se reservó la elección de su compañero –y la escenografía y el vestuario– porque «tenía muy claro cómo hacer la obra. ¿Para qué explicárselo a otro y luego tener que corregirlo?», se ríe. «Hemos estado ocho meses de ensayos. No se trataba de darnos la réplica, sino de cómo hacerlo, cómo pensar como ellos. Es como una partitura con dos solistas, con sus solos, sus allegros, sus pianissimos, sus silencios...»
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