Huelva Información, 2-mayo-2009



"Descartes me sedujo por su humanidad escondida en un hombre enjuto y seco"

Después de haber encarnado a Tayllerand en La Cena, obra con la que ya estuvo en Huelva, Flotats regresa esta noche (21.00 horas) al Gran Teatro para dar vida al autor del Análisis del Discurso

En sentido literal, la vida de Flotats es puro teatro. Toda su existencia, sus aficiones, sus pensamientos, giran en torno al escenario. Es uno de los grandes de la escena en España y Francia, un monstruo de la interpretación que recala esta noche en Huelva dando vida a otro de la filosofía, Descartes, ni más ni menos.

-El encuentro de Descartes con Pascal joven llega esta noche a la capital onubense. ¿Qué se va a encontrar el espectador?

-Una obra que recoge, a partir de un hecho histórico real que sucedió en 1647 en un convento de París, un encuentro entre Descartes y Pascal. Descartes está al final de su vida -tiene 51 años y morirá tres años después- y Pascal tiene 24 años. Uno, ya como el gran pensador reconocido, y el otro, conocido como joven genio -inventó a los 16 años la famosa máquina aritmética, antecesora de los ordenadores de hoy en día-.

-Pero no hay constancia escrita de aquella cita.

-No sabemos el contenido de la conversación, pero se sabe que tenían mucha curiosidad de conocerse y que aquel día estuvieron charlando durante unas seis horas.

-Y la imaginación de Brisville hizo el resto.

-Efectivamente. Ya lo hizo en La cena, en la que imaginó el encuentro de Tayllerand y Fouché después de la derrota de Napoleón y con la que estuvimos en Huelva. Ahora lo hace con Descartes y Pascal y describe, con ese don de pitoniso que tienen a veces los poetas, lo que seguramente hablaron los dos genios. Es un diálogo apasionante, distraído, divertido, irónico, inteligente, ameno. Todo con un lenguaje de alto nivel y profundidad.

-El público puede pensar que va a ver un espectáculo aburrido, nada más lejos de la realidad.

-La calidad de esta obra, sea cual sea el espectador que la ve, hace que cada cual pueda alimentarse a su nivel y estar interesado del principio hasta el final. Es, a mi juicio, la gran virtud de este texto, que por la historia que cuenta es un tipo de teatro que engancha. Sales del teatro con la sensación de ser un poco más inteligente.

-¿Sobre qué temas versa la conversación entre los dos cerebros más brillantes del siglo XVII?

-Tratan temas de una actualidad desbordante: la intolerancia, el integrismo, la necesidad de diálogo, la investigación científica, la censura, la educación que adoctrina a la infancia, etcétera.

-¿Qué le sedujo de Descartes?

-Brisville ha estudiado su correspondencia, como la de Pascal, y ha construido personajes de carne y de sangre, con un nivel de inteligencia superior. Me gusta la calidad humana de los personajes de sus obras. De Descartes me sedujo descubrirle con esa ternura y humanidad escondidas en un hombre enjuto y seco.

-Usted dirige, produce, actúa y diseña la escenografía en ésta y otras de sus funciones. Es como Dios, que está en todas partes.

-(Risas) Me resulta fácil hacer esto porque son textos que conozco desde hace tiempo, esperaba tener la edad adecuada para hacer el personaje... Y, al mismo tiempo, sé cómo quiero montarlo todo. Y cuando lo tengo tan claro, pienso que delegar el trabajo en otro, al que tendré que explicar tanto qué es lo que quiero, que es mejor que lo haga yo directamente.

-Dice que concibe el teatro como un sacerdocio, ¿en qué sentido?

-Por la fe. Es un sacerdocio laico, por la entrega y la fe. A mí me preguntan, "¿tú qué haces?", pues las 24 días pensar en teatro. Pero no como una penitencia, un trabajo, sino por puro placer, una ilusión. Y eso es semejante a la fe (más risas).

-Parece que al fin se puede decir que corren buenos tiempos para el teatro.

-Eso parece. A pesar de la crisis, desde septiembre a abril, es la temporada de más ocupación en los teatros, lo cual es muy esperanzador. Y la calidad y la demanda del público van subiendo en los últimos años. Fíjate que El encuentro de Descartes con Pascal joven podría parecer para un público minoritario y hemos estado llenando a diario en el Teatro Español.

-Tal vez sea que el público está más puesto en dramaturgia que antes.

-O que la bajísima calidad de la mayoría de programas de televisión hace huir a la gente de su casa y reencontrarse con esa cosa mágica que es el espectáculo en vivo.

-¿Se animaría a montar alguna vez un musical, ahora que está tan de moda?

-Por ahora no, pero si tuviera un buen proyecto, lo haría encantado.

-Algún personaje que le hubiera gustado hacer...

- (Piensa largo rato) Mercuccio, de Romeo y Julieta. Es generoso y loco. Pero ya no tengo edad.

-¿Cuando no está sobre el escenario, en qué le gusta invertir su tiempo?

-Escuchando música, viendo pintura... Pero es porque todo lo aplico luego al teatro. El mío es un oficio precioso de poder soñar en montar un espectáculo y poderlo realizar. Mi trabajo no es trabajo, son vacaciones. Si yo no hiciera esto, sería totalmente infeliz.

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