“Descartes y Pascal defienden conceptos opuestos, pero al mismo tiempo se respetan, se admiran e intentan convencerse. Nunca hay una oposición furiosa y enemiga. Continuamente hay diálogo y, al mismo tiempo, escucha”. Es algo que también le sucede al público, que escucha durante el espectáculo y luego, al salir del teatro, habla sobre lo que ha oído.
Así describió el director de escena y actor Josep María Flotats el montaje El encuentro entre Descartes y Pascal joven, que puede presenciarse hasta el sábado en el Teatro Municipal.
Flotats, quien encarna a Descartes, aseguró que siempre pensó que Albert Triola era el actor ideal para dar vida a Pascal ya que este papel requería de “un actor joven con cualidades avanzadas. Amigo de Jean-Claude Brisville, autor tanto de esta pieza como de la exitosa obra La Cena, Flotats considera fantástico poder hacer obras de autores vivos a los que se les puede llamar cuando existe alguna duda. Con Brisville, residente en Versalles y que acaba de cumplir 86 años, habla a menudo y hasta le cuenta reacciones del público como la de una mujer que tras presenciar la pieza le comentó que creaciones así permitían subir un escalón hacia el homo-sapiens.
Escrito hace casi 15 años, Flotats tenía el texto de El encuentro entre Descartes y Pascal joven encima de su mesita de noche con el proyecto de subirlo a un escenario, pero estaba esperando, al igual que ocurrió con La Cena, a tener los años suficientes o sentir que ya debía hacerlo.
Se trata de un texto “brillantísimo, inteligente, profundo, que hace pensar, pero no deja de distraer. Todo el mundo encuentra su riqueza y de qué alimentarse”, independientemente del conocimiento sobre estos dos autores, sostuvo Flotats.
La pieza se fundamenta en el encuentro real y documentado que tuvieron en septiembre de 1647 en el convento de los Mínimos de París ambos pensadores. Fueron más de cinco horas de conversación de las que no se sabe nada y “el gran talento” de Brisville reside en que, partiendo de las cartas de los dos autores -que son “pequeños depósitos de confesión y autobiografía”- ha creado un diálogo estimulante entre las, probablemente, “dos mentes más brillantes del siglo XVII”.
En la encorsetada época de Richelieu, son dos hombres marginados a nivel de pensamiento y socialmente, al defender planteamientos “políticamente incorrectos”. No obstante, pese a compartir su situación al margen de la sociedad, no están de acuerdo y, con un diálogo “bellísimo, de altísimo nivel”, intercambian sus visiones sobre la vida, salud, sociedad, política y ciencia. “Son grandes intelectuales, pensadores, pero, sobre todo, hombres. Ninguno de los dos quiere poder, de ninguna clase y están defendiendo ideales por los que estarían dispuesto incluso a dar su vida”.
Para Flotats, en el texto hay cosas que le estremecen como la renuncia de Descartes a publicar un libro sobre sus tres años de trabajo sobre la teoría de Copérnico, tras enterarse de la desaprobación que recibe Galileo, o sus pensamientos próximos a la teoría de la relatividad planteados ya en el siglo XVII, lo que le lleva a preguntarse dónde estaría ahora la humanidad si no hubiera existido censura de ningún tipo, ni religiosa, política ni social.
Compartió esta reflexión el director del Festival, Emilio Hernández, que destacó que si no hubiese sido por constantes interrupciones en la escala ascendente se habría llegado mucho antes al siglo XXI. Hernández dijo ser testigo del éxito de El encuentro entre Descartes y Pascal joven en el Teatro Español de Madrid, ciudad a la que regresará el montaje tras su paso por Almagro y dos semanas de vacaciones para volver a representarse a partir del 12 de agosto en el Teatro Infanta Isabel de Madrid.
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