El Correo Digital, 4-Abril-2009


Descartes en el Arriaga

Josep-María Flotats representa este fin de semana el encuentro entre Descartes y Pascal

Imaginemos que Miguel de Cervantes y William Shakespeare se hubieran encontrado una noche, ¿de qué hubieran hablado estos dos genios de la literatura? Una premisa parecida es la que nos ofrece este fin de semana el director teatral y actor Josep-Maria Flotats en la obra 'El encuentro de Descartes con Pascal Joven' que podrá verse hoy (20.00 h.) y mañana (19.00 h.) en el Teatro Arriaga.

En esta ocasión se especula sobre las palabras que cruzaron dos de los más grandes filósofos occidentales: René Descartes, impulsor de la razón como método, científico y escéptico; y Blaise Pascal, un joven que a pesar de haber inventado a la edad de 16 años la máquina aritmética -un antecesor remoto de nuestros ordenadores- vive ocho años después atormentado por el misticismo religioso y la vida entregada al estudio. En el papel de un maduro Descartes, el propio Flotats, y dándole la réplica como el veinteañero Pascal, Albert Triola. Otra vez de nuevo tras 'La cena', a partir de un texto del autor francés Jean-Claude Brisville.
Encuentro real

«Tienen dos concepciones de la vida opuestas, pero es un encuentro y no un enfrentamiento», explicaba Flotats ayer pocas horas antes de la primera función. Sobre una escena sobria -apenas un telón negro, un par de mesas y dos sillas- se desarrolla este interesante téte a téte en el que su autor imaginó la conversación real que mantuvieron los dos filósofos el 24 de septiembre de 1647 en el convento parisino de Los Mínimos durante una entrevista que duró varias horas. Entonces Descartes, que a sus 51 años era un filósofo reputado que luchaba en sus escritos contra el fanatismo religioso que alimentaba las guerras europeas, emprendía su último viaje para acogerse al mecenazgo de la reina Cristina de Suecia. Pascal, por su parte, considerado ya un genio matemático, se atormentaba bajo el peso de la fe.

«Descartes reivindica la libertad de pensar en pleno siglo absolutista, cuando gobiernan Luis XIII y Richelieu en Francia», recordó su director. La obra utiliza durante toda la representación un lenguaje culto y muy cuidado por el traductor Mauro Armiño, aunque Flotats aseguró ayer que «habla a cualquier espectador». «No es una obra pretenciosa. Cuando dos personas inteligentes conversan siempre resulta interesante y una sonrisa aflora a la boca del espectador».

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