El Periódico, 20-Septiembre-2007
El retorno del hijo pródigo
Flotats vuelve con 'Stalin' 10 años después de su trifulca con la Generalitat
Saludó desde el centro del escenario caracterizado de Stalin: era el regreso del hijo pródigo. Josep Maria Flotats volvió la noche del pasado martes al teatro catalán del que se apartó, en muy malas condiciones, el mes de julio de 1997, para instalarse en Madrid. Una pérdida que el teatro catalán no se merecía.
Flotats, después de su grave encontronazo con el Govern de Catalunya y con buena parte de la profesión local, con el presidente Jordi Pujol y con el conseller de Cultura Joan Maria Pujals, en concreto, fue despedido --rescisión de contrato-- como director del Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Y emigró a la capital de Espanya, donde desde entonces ha hecho teatro castellano ininterrumpidamente.
La expectación generada por su regreso a Barcelona con una obra adaptada por él al catalán, dirigida y protagonizada también, era enorme y movilizó a políticos y profesionales de la Cultura. En la platea del Tívoli estaban la otra noche el presidente de la Generalitat José Montilla; el del Parlament, Ernest Benach, y el conseller de Cultura, Joan Manuel Tresserras. De por medio, pues, 10 años. En este tiempo, más de una vez el polémico Flotats ha expresado su profundo enfado --por llamarlo así-- con la Generalitat y su postura de no volver. Ahora el actor cumple 50 años de profesión --su debut profesional, en la temporada 1957-1958, fue en el desaparecido teatro Guimerà de Barcelona, en la obra de Claude Magnier Les maletes del Senyor Bernet, que hoy protagoniza en el Condal Joan Pera-- y parece llegado el momento de "hacer las paces". Así lo ha expresado él mismo. Y la presencia de Montilla en el estreno de Stalin tiene este significado.
Mucho hablaron entonces los papeles de los sucesos que acabaron con Flotats en Madrid. Ciertamente el Nacional se hizo a su medida, pero también es cierto que sin el empeño de Flotats el Nacional, al menos en aquel momento, no se hubiera hecho. Fueron tiempos de fuertes turbulencias, con un Flotats engrandecido y una buena parte de la profesión que se sentía humillada.
Y llegó la noche de la inauguración oficial del TNC, el 11 de septiembre de 1997, con la representación de L'auca del Senyor Esteve, de Santiago Rusiñol y dirección de Adolfo Marsillach. Josep Maria Flotats salió al escenario antes de empezar la función y habló sin ningún tipo de cortapisas. Y cargó duramente contra todos, seguro que cansado de "soportar" críticas y descalificaciones por parte de unos y de otros. Ahí estaba además la disposición de la Conselleria de Cultura de incluir en la programación del TNC un porcentaje del 35% de las compañías independientes catalanas de teatro y danza. Una clara injerencia política en el terreno artístico, que ningún director de un teatro público puede aceptar; como de hecho ocurre en el Teatre Nacional de Catalunya desde la expulsión del actor y director catalán. Al iniciarse la temporada 1999-2000, la Generalitat derogó esta resolución.
Al margen de los resultados artísticos del estreno de Stalin la figura de Flotats tiene que recuperarse definitivamente para el teatro catalán. Normalizarse, en catalán y en castellano. Por circunstancias diversas este país ya vivió en su día "el exilio" --voluntario efectivamente-- de figuras del teatro catalán como Núria Espert o Adolfo Marsillach. La historia Flotats tuvo lugar en unas circunstancias concretas, que hoy parecen superadas. Pero, hechas las paces y consumado el regreso del hijo pródigo, el talento y la preparación de Flotats tendrían que ser un valor en juego del teatro catalán.
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