El Periódico, 25-Junio-2009

EL GRAN FESTIVAL DE VERANO DE BARCELONA

El Grec rinde homenaje a sendos textos capitales de Pla y Sagarra

  1. Josep Galindo y Pablo Ley llevan al Romea ‘La ruta blava’, el viaje a Tahití del escritor barcelonés
  2. Joan Ollé estrena en el Espai Lliure su versión de ‘El quadern gris’, el dietario del autor ampurdanés
El teatro lleva tiempo ampliando su mirada más allá de los textos escritos para la escena. El festival Grec se apunta este año a esa tendencia con sendas adaptaciones que rinden homenaje a dos figuras de la literatura catalana del siglo XX: Josep Pla y Josep Maria de Sagarra. El quadern gris del primero sube hoy al escenario del Espai Lliure para cuatro funciones que tienen sus entradas agotadas. Más tiempo habrá para ver La ruta blava de Sagarra, otro gran texto que se estrenará mañana en el Romea, donde permanecerá hasta el 2 de agosto, día del cierre en el Grec.

A la la tarea de adaptar un dietario y un diario de viaje, que acaba de reeditar Edicions 62, se apuntaron lógicamente unos especialistas. Removiendo en su librería, Joan Ollé se topó con El quadern gris. Haberse enfrentado en los últimos años a una novela (Soldados de Salamina) y a un largo poema (Coral Romput) le ayudó a dejar las 600 páginas del libro en 33 folios. Las palabras del escritor ampurdanés llegarán con tres intérpretes del equipo habitual de Ollé: Montserrat Carulla, Joan Anguera e Ivan Benet. A estos últimos les corresponde el juego de ser el Pla viejo y el joven. La actriz encarna a otros personajes citados en el dietario.

MEMORIA HISTÓRICA / Josep Galindo y Pablo Ley, mientras, han orientado su trayectoria hacia el teatro–documento, con atención a la memoria histórica de la guerra civil. «Se ha de reflexionar sobre ese tiempo sin coger el fusil ni ponerse en la trinchera», puntualiza el dramaturgo Ley. Ambos reconocen que la propuesta de La ruta blava no hubiera existido sin Homenatge a Catalunya, su montaje del 2004 a partir de la novela homónima de George Orwell, militante del POUM, que viajó a España para luchar en el bando republicano. En las mismas fechas, Sagarra, amenazado por los anarquistas, se marchaba, primero a París, y luego a Polinesia. Huía de una Europa en crisis.
Las propuestas de Ollé y del tándem Galindo–Ley mantienen muchos puntos de conexión, al margen de recoger el universo de dos autores de actitud política y vital no exenta de polémica. El quadern gris está articulado en dos partes. La primera se desarrolla en un patio de Palafrugell.
La segunda pasa en una pensión barcelonesa, que podría ubicarse en la calle de Pelai o en La Rambla. El primer acto de La ruta blava es el viaje en barco de Marsella a Tahití. Y el segundo recoge la estancia en la isla, donde se desmitifica el paraíso.
La riqueza del lenguaje une también a las dos piezas. Pla y Sagarra fueron dos maestros en el uso reiterado del adjetivo, lo que por contra se convierte en una dificultad para los intérpretes. Joan Anguera, en El quadern gris, y Jordi Martínez, en La ruta blava, llegan a encadenar 10 adjetivos seguidos en una de sus frases en escena. «El texto de La ruta blava es terriblemente rico en sensualidad e imágenes», explica Ley. «Y con caminos muy estrechos para poder acceder», añade Galindo. La adaptación de Ollé y Carles Guillén ha intentado potenciar «una teatralidad de bajo voltaje con los fragmentos de El quadern gris que más ayudan».

UN PLA RECONOCIBLE / Donde ambas propuestas no coinciden es en la aproximación a los autores. Joan Anguera es un Pla reconocible, aunque nunca con la voluntad de una imitación como la que hizo Ramon Fontseré con Els Joglars o Flotats en Ara que els ametllers ja estan batuts. Sí hay en La ruta blava la mirada global de Sagarra, a través de una galería de ocho personajes, pero no uno que sea en concreto el poeta, dramaturgo y prosista barcelonés. Jordi Martínez, sin embargo, es a un poeta de un país en guerra. «Representa a Sagarra sin serlo», apunta Ley.
«Teníamos que trabajar la identidad de esos personajes con actores de gran carácter», explica Galindo. La presencia de Jordi Banacolocha, Manel Dueso y Rosa Galindo, por ejemplo, da fe de esa intención.

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