Tribuna de Salamanca, 24-Junio-2009

Ser otro. Y parecerlo. Estallar la realidad con la dinamita de la ficción. La rutina del actor. “Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez”, afirmaba Descartes. “Los actores siempre decimos la verdad


Los actores y los poetas, que a veces hasta adelantan el futuro. Eso sí, sobre el escenario”, se defiende el actor que lo interpreta. Josep María Flotats es uno de los pocos actores españoles de teatro que no necesita presentación. Le avala una vida entera sobre las tablas. Ha sido Don Juan Tenorio, el Quijote o Stalin. Hoy y mañana, en Salamanca, será René Descartes. El teatro de Caja Duero acogerá, a las 20.30 horas, la obra El encuentro de Descartes con Pascal joven, que narra el encuentro que entre los dos genios se produjo el 24 de septiembre de 1647. Flotats en estado puro.
“Descartes es muy atractivo, por su lucidez y su distanciamiento con las pasiones. Es un personaje que uno prepara como siempre, leyendo y documentándose, pero también con especial dedicación”, afirma el barcelonés, que se mete en la piel del francés después de haberlo hecho en la de Stalin. “Ésa máscara fue fácil de quitar. En el mismo camerino dejaba de ser él después de cada actuación. No es fácil convivir con un monstruo así”, asegura, consciente de su capacidad para encarnar con la máxima veracidad a los personajes más dispares.

Sobre la obra de esta noche, tiene claro que “Descartes y Pascal son dos genios, dos luces muy potentes, las dos cabezas más importantes de su era. Se encuentran y lo que pasa es algo sorprendente. No hablan de tratados filosóficos, sino de familia, sentimientos, vida, religión, censura… de sus convicciones sobre la vida.”. Un trabajo de recreación, la obra, de la que Flotats quiere restarse méritos: “el éxito de esta obra popular se produce gracias al talento del dramaturgo Jean-Claude Brisville y de la traducción de Mauro Armiño. Los temas que se abordan son los que nos interesan a todos, los que hablan de todos nosotros. No hace falta ningún nivel para entender todo lo que se dice sobre el escenario”. Sencillez, pero no simpleza. Si el encuentro se produjera hoy, cuatro siglos después, las constantes emocionales de las dos luminarias serían las mismas: “Descartes le confiesa a Pascal que lleva cuatro años trabajando en la teoría de Copérnico, pero que, cuando descubre lo que le ocurrió a Galileo, no lo publica. Y ése es el embrión de la teoría de la relatividad. Da que pensar dónde estaría la Humanidad si la censura nunca hubiera existido”.

Flotats hace honor a una tradición oral con la que el teatro entronca. Flotats cree en la palabra. “Recomiendo al público que venga con ganas de escuchar. Todos nos dicen después de la obra que se les ha hecho corta, que quieren más. Y sonríen mucho. Descartes y Pascal dialogan, y eso es algo que hemos perdido. Silencio, se habla, leí en un artículo que me gustó hace poco. Hoy los conceptos de sociedad son muy distintos a los de el Siglo XVII, pero ellos son dos hombres de bien que están hablando. Eso es lo que importa”.

Descartes, perdón, Flotats, ha vadeado entre Francia y España a lo largo de su trayectoria profesional, lo que le ha dado una estimable perspectiva de ambas escenas. “En los últimos 15 años, España es equiparable a Francia en la forma de entender y practicar el teatro. Todavía hay cosas que mejorar, pero es que España todavía arrastra los 40 años de parón que sufrió. Claro que una democracia no se improvisa, no son lo mismo 150 años que 30”. A pesar de todo, no se atreve con un pronóstico: “Yo soy un pesimista. Activo, pero pesimista”.

El intérprete sabe que llega a una ciudad en la que se presta especial atención al debate sobre la gestión cultural. En 1995, fue nombrado por Real Decreto Fundador y Primer Director del Teatro Nacional de Cataluña. “A mí los modelos que me han formado son los que he vivido en Francia, la formación de las compañías y los teatros nacionales. Creo que esa es una forma de entender el teatro, pero cada uno sabrá”, afirma. Dudas razonables, racionales. Descartianas. Interpreto, luego existo.

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