Tribuna de Salamanca, 25-Junio-2009

Dos monstruos de la filosofía moderna francesa frente a frente. Mucho de imaginación y más todavía de reproducción ideal de dos sabios galos que se mueven en un contexto muy grande, tanto que en el texto de Jean-Claude Brisville adaptado para las tablas por Flotats hay mucho más de humanidad que de filosofía.


Hacer una obra de teatro sobre teorías racionalistas hubiera dejado el teatro Caja Duero vacío: porque el intelectualismo espanta a las masas tanto como el espejo en el que se miran. Por tanto, nada mejor que rebajar a los genios a los grandes conceptos. Josep María Flotats (es decir, Descartes) y Albert Triola (Pascal) se enzarzan en una discusión, una larga conversación que recuerda mucho al teatro de tintes clásicos, vestimenta incluida, y donde lo que importa es la palabra y no la parafernalia.

Teatro clásico
Para los que quieran ver la segunda y última sesión hoy en el Caja Duero (también a las 20.30 horas), más les vale no hacerse ilusiones “de Festival”, sino más bien recibir una dosis de argumentación y profundidad. Flotats es un actor como la copa de un pino, al 100% o a medio gas.

Triola da vida a un Pascal sumido en una profunda depresión que le hace ver los fallos ajenos y no los suyos mismos; frente a él, un perro viejo (el actor y el filósofo) que ya ha cimentado su gran teoría racionalista del Discurso del método y que ya está más que escarmentado de lo bueno y lo malo, de sus fallos, de sus aciertos, y sobre todo, que no para de polemizar sobre todo, censura incluida.

Detrás uno de los gigantes de las tablas españolas: Flotats va a lo suyo y es todo un regalo verle actuar y hablar, dar vida a uno de los mitos del saber occidental y que creó toda una forma de ver el mundo. Racionalismo vs misticismo, esto es, Descartes contra Pascal, senectud y juventud, tablas de dos actores a dos niveles.

La obra ha arrastrado un gran éxito allí por donde pasó, una modalidad de conversación teatralizada que ya explotó a fondo con ‘La cena’ (aquí fue la política el momento cumbre) y que igual que El encuentro o el Marat-Sade se convierten en piedras de toque del discurso intelectual en un panorama teatral que cada día tiende más a romper cristales por el mero hecho del ruido, que no del mensaje. Quizás por eso es bueno que existan obras de teatro como las que hace Flotats, con la palabra justa.

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