Diario Vasco, 18-Junio-2009

DJOSÉ-MARÍA FLOTATS, DIRECTOR Y ACTOR

El Victoria Eugenia ofrece este fin de semana la obra de Brisville, 'El encuentro de Descartes con Pascal joven'

Sólo una vez se encontraron Descartes y Pascal, los dos filósofos más importantes del XVII. Fue el 24 de septiembre de 1647. No existe rastro escrito de aquel encuentro que más de tres siglos después ha imaginado el dramaturgo Jean-Claude Brisville. Una cita con dos personalidades y dos vidas fascinantes que siguen perteneciendo a nuestro tiempo.

- ¿Qué plantea el autor sobre ese encuentro?
- Un diálogo, no un enfrentamiento. Hay confrontación de ideas y de posiciones sobre la vida, el arte, la salud, la política. Se sabe que estuvieron juntos más de cinco horas, pero no hay ningún testimonio escrito ni posterior correspondencia entre ellos. El autor se inspira no sólo en la obra escrita de ambos, sino en la enorme correspondencia que existe de los dos con otras personas. A partir de ahí Brisville construye unos personajes vivos porque en esas cartas están sus preocupaciones y anhelos.

- Eran las dos mentes más brillantes del siglo XVII
- Probablemente, pero no olvidemos que cuando se encuentran, Descartes ya había publicado toda su obra, mientras que Pascal no. En ese momento estaba en una de sus crisis místicas y deseaba abandonar toda la investigación científica y prepararse para el más allá. Ese fue uno de los choques con Descartes, que creía que esos pensamientos no debían ser para Pascal incompatibles con seguir con los temas científicos.

- Aunque se trata del encuentro de unas personalidades tan lúcidas, dice usted que no es una obra intelectual.
- No se dirige a gente con elevados estudios, ni a especialistas en historia o filosofía. Ellos son dos espíritus muy brillantes que hablan de la condición humana y lo hacen de temas que son todavía hoy contemporáneos. El tiempo pasa, pero las preguntas son las mismas. Puede cambiar la manera de resolverlas, no lo básico.

- ¿Qué destaca de Descartes y Pascal en la época de su encuentro?
- Pascal se ha unido a los jansenistas, un pequeño cisma del catolicismo. Piensan que la Iglesia no es sólo algo espiritual, sino que está demasiado comprometida con el poder. Se enfrentan a los jesuitas, representados por Richelieu y el poder absoluto de Luis XIII. Hoy en día podríamos llamar, quizás mal interpretado, al Pascal joven como uno de los primeros cristianos con un cierto integrismo.

- ¿Y Descartes?
- Es el hombre que, antes del llamado siglo de las luces, ya exige el derecho a pensar libremente. Eso era suficiente para ir a la hoguera, lo que explica que la mayor parte de su vida la vivió en Ámsterdam y no en Francia. Era una ciudad protestante, progresista y libre. Descartes dice que allí la gente se ocupa de los negocios y se puede pasar desapercibido. Tanto Pascal como Descartes coinciden como pensadores al margen de la sociedad dominante, pero entre ellos no comparten las mismas ideas sobre la vida. Debaten, pero no se oponen. Son hombres de bien, algo que hoy está en desuso. Están convencidos de sus ideas, pero se escuchan y dialogan.

- ¿La racionalidad de Descartes frente a la pasión de Pascal?
- Descartes intenta que la razón impere siempre y Pascal no puede entender eso. Cree que hay algo más, algo que nos supera. Pascal fue un hombre pobre, que vivió poco y con una salud muy frágil. Tenía terribles dolores de cabeza y estomacales. La obra habla de las pocas horas que el dolor le dejaba concentrarse y escribir.

- Hay una similitud con La cenaLa cena, también de Brisville que usted dirigió e interpretó, con Carmelo Gómez acompañándole en escena. Aquel encuentro ocurrió entre dos políticos, Tayllerand y Fouché, personajes de la Revolución francesa.
- El paralelismo es que ambas obras parten de un hecho real y contrastado, pero no tienen nada que ver entre ellas. La cena era un encuentro entre dos políticos astutos y corruptos, que se cambian cromos para mantenerse en el poder. Y lo de ahora es otra cosa bien diferente: el diálogo entre dos hombres que intentan convencerse el uno al otro sobre lo que creen que es la verdad. El encuentro es una obra más profunda en lo que a pensamiento y debate se trata, es brillantísima y amena. El público lo entiende todo y puede participar con esos dos grandes pensadores al mismo tiempo que se va instruyendo. Me dicen que salen más inteligentes que al entrar.

- Con la obra demuestra de nuevo su pasión por el teatro de texto.
- Es el teatro que me conmueve, el que me atrae, me apasiona y me interesa. A él hay que servir. El texto es nuestra partitura.

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