Crítica teatral.- Encuentro de Descartes: el método del discurso
Cada aparición teatral de Josep-María Flotats es un acontecimiento. Se ha convertido, con todo merecimiento, en uno de los referentes de la escena española. Sus montajes gustan o no, pero no provocan indiferencia. Ahora estrena en el Español “El encuentro de Descartes con Pascal joven”, un texto de Brisville que adapta Flotats sobre la traducción de Mauro Armiño.
Ya hace cuatro años representó “La cena”, del mismo autor francés. Ahora presenta un montaje sencillo escenográficamente pero sumamente complejo en la interpretación de los dos únicos personajes. Descartes y Pascual se encontraron una sola vez en 1647. Al no dejar testimonio los interlocutores, Brisville se permite recrear el diálogo, el choque dialéctico entre ambos filósofos. Y lo hace con un hermoso texto, con un diálogo denso y apasionante que no necesita de una teatralidad excesiva. ¡Quiero saber! Son dos personajes que se cruzan cuando uno –Pascal- camina hacia su destino mientras que el otro está ya de vuelta. Lo que en uno es pasión, en el otro es razón. Descartes se define contundentemente cuando afirma: “No me basta con creer ¡quiero saber!” Al final el espectador tiene claro que Descartes sabe a dónde ha llegado, pero puede dudar de cual será la meta a la que llegue Pascal con su fanatismo. Durante setenta minutos los dos protagonizan un diálogo de sordos. Pero es difícil no sentirse más cercano a al sereno pragmatismo de Descartes. Pascal está atormentado por la muerte. Descartes quiere disfrutar la vida que le queda. Duelo en el convento Josep-María Flotats y Albert Triola mantienen un cruel enfrentamiento interpretativo en el austero convento de la escenografía. Ambos resultan vencedores porque su nivel es extraordinario. Triola tiene enfrente un muro sobre el que se estrella constantemente sin permitirse desfallecer. Espléndido de dicción, debe sortear la apabullante sorna de Flotats.
No necesita éste una gran batería de recursos para construir un personaje sólido, socarrón, certero en la réplica, emotivo en el recuerdo de sus desgracias. ¡Qué lección de interpretación desde dentro! Apenas tiene el recurso de la palabra porque la mayor extensión del texto corresponde a Triola.
Pero le basta un ademán, una mirada, para que el público se le entregue. Flotats director tampoco se apoya en la escenografía, que no puede ser más escueta. Sus bazas son el texto y el trabajo actoral. Teatro discursivo al que solamente encuentro una pega: hay que tener un cierto nivel cultural para disfrutar con todo lo que se está diciendo, discutiendo y cuestionando desde el escenario.
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